¿Cuánto dura la palabra letargo?
Me enervo y como sombra me alargo,
me pregunto cuánto valgo y cuánto peso.
Como trinan los dientes, tiritan los huesos.
Viejo sabueso que quiere hibernar de melancolía,
y rasguña la melodía del azul o de un beso,
sin éxito mas ileso, recorro el jardín del éxodo,
buscando preso el nexo entre tus palabras y mis silencios.
¿Hasta qué hora me dejan escribir,
con qué fin?
Descubro mi hueco lejos del gris de mi pesar,
al fin, me salgo a buscar, y me tengo que pedir disculpas,
perdón por tardar y por abusar del vacío,
por jugar con mi tiempo y espacio,
rimo despacio una caricia al ego, para luego,
sopesarlo y encontrar relevo no reacio,
y que no reaccione al ocaso
como si de muerte hablásemos.
No es fácil tener aliento a todas horas,
a mí en esta época, cualquier cosa me lo corta.
Piedra sobre piedra se monta y ronca la voz se ahoga,
es que ya no hay corona.
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