15/4/19

Llamarada

Aún no se ha apagado la aguja de la catedral
que se precipitó al suelo de aquella isla del Sena
ni los recuerdos que visten en sus pupilas
las ojeras de los 96 metros de catástrofe
rodeados de cerezos japoneses.

Arde aún la melodía de un cielo raro.
Las columnas de historia y humo se disipan.
Brilla una estética conjura de terror en la silueta
de un pasado de metales que resuenan y piedra que se rompe.

La edificación del culto a la belleza,
que amparó el más podrido negocio humano.
El techo de ricos y pobres,
de dinero, de espíritu,
de criterio o de pasión.

Me duele mas clausuro mis párpados
y me alejo para no llenar de cenizas mi velo.

Avísame cuando llueva calma
y caduquen las postales de aquel viejo rincón.
Cuando quede en el olvido la tragedia.
Mañana, cuando ya no se televise.

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