atando a la tierra que araño, de pies y manos?
Letargo y agonía, de la noche es capricho,
y si bien del día es reproche,
el llanto ni se oye.
El agua cristalina que arranca el carbón de los pulmones,
también ahoga con odio el aliento moribundo de cualquiera.
Feo musitar del alquimista que concibe la desgracia pronta.
El aleteo de la gente que se derrite de frío por las calles,
la música de sus deseos, son como las ondas de las piedras en el agua.
Molestándose entre sí, deformándose las unas a las otras.
Y al final, todas acaban hundidas en el fondo, inertes, igual que antes de atravesar el prisma.
Oscuro desenlace saber que la mente muere incontables veces antes de que lo haga el cuerpo.
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