Deja que hable,
porque tras esta frase,
viene otra y otra después,
a cada cual, más loca que la de antes.
Así que déjame hablar,
porque tengo algo que contarte.
Que no quiero esperar
ni por nada ni por nadie.
Siento tener que decirlo,
las agujas que más duelen,
son las del reloj.
Compliquémoslo.
Bésame
o al menos
déjame besarte.
Y juguemos este cara o cruz
donde da igual quien gane
porque nuestra relación es distinta
desde que inicié este desastre.
Sin que caiga esa moneda,
ya nada es igual que antes.
Por mucho que nos esforcemos
en olvidar todo mi debacle.
No tengo tiempo siquiera
de imaginar que no te conozco
de imaginar que quizás vinieras
a decir que tú a mí tampoco.
Que fuéramos dos extraños,
en una ciudad extraña,
tentando a todo daño
de entrar en nuestras entrañas.
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