3/2/16

Las voces, los ruidos

Ya nadie toca el piano en el salón
y cuántas veces te ofrecí
repartirnos las teclas,
desgastarnos las huellas.

Danza incorruptible
de las luces ocultas
en la obsoleta mirada inconfundible,
de tu insondable impaciencia insepulta.

Nesciente virtud río abajo,
galopante esfuerzo desmedido,
inútil designio de mi mente,
que quiere traer algo a su nido.

Me pilla liado,
dando vueltas en mí,
guiando las agujas,
que dictan por dónde seguir.

Vivir vívido ante insípidos libidos,
llorar la cama, mojando el baile,
gritar la ventana, buscando un respiro,
ahogar la huida de aire.

Frustrar los planes de tu yo,
querer seguir queriendo mi tú,
crecer creyendo en la voz,
morir quemando la cruz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario